¿Qué es la Atención Integral y Centrada en la Persona?
La Atención Integral y Centrada en la Persona (AICP) en centros y servicios sociosanitarios es un enfoque cada vez más utilizado en la atención a personas mayores y dependientes. Este enfoque se basa en la idea de que cada persona es única y, por lo tanto, necesita una atención personalizada que tenga en cuenta sus necesidades, deseos y preferencias individuales.
En lugar de un enfoque centrado en la enfermedad o en las tareas que deben realizarse, la AICP se enfoca en la persona como un todo y en su calidad de vida. Esto significa que el objetivo no es solo tratar las enfermedades o las discapacidades, sino también ayudar a las personas a mantener su independencia, su dignidad y su bienestar emocional y social.
La Atención Integral y Centrada en la Persona (AICP) puede ser de gran ayuda en el cuidado personal, al permitir la personalización de los cuidados a las necesidades y preferencias únicas de cada persona, fomentando su participación activa en la toma de decisiones sobre su atención, y permitiéndoles mantener su independencia y autonomía en la medida de lo posible.
Dos grandes referentes del estudio y difusión de este enfoque son Fundación Pilares y Fundación Matia .
¿Qué ofrece la Atención Integrada y Centrada en la Persona?
Los beneficios de la aplicación práctica de la Atención Integral y Centrada en la Persona en centros y servicios sociosanitarios son muchos. Algunos ejemplos que destacamos:
Promoción de la autonomía y la independencia
Este enfoque puede ayudar a las personas a mantener su independencia y autonomía en la medida de lo posible, permitiéndoles vivir de manera más autónoma y mantener su capacidad funcional. Por ejemplo, en el cuidado personal de una persona con discapacidad física, la AICP podría significar adaptar su entorno y su atención para maximizar su capacidad funcional y permitirle vivir de manera más autónoma.
La AICP reconoce que cada persona es única y tiene necesidades y deseos individuales. Por lo tanto, este enfoque promueve el respeto por la individualidad de cada persona y se centra en sus necesidades y preferencias específicas promoviendo su bienestar. De esta manera, mejora su calidad de vida.
La ACIP se enfoca en promover la independencia de la persona. Esto significa que se fomenta la capacidad de la persona para cuidar de sí misma y tomar decisiones informadas, lo que les permite ser más independientes y menos dependientes de otros.
Una aplicación práctica de esta cuestión es tan sencilla como dejar que una persona se vista o duche sola a pesar del tiempo que pueda dedicar a ello.
Protección y seguridad
La Atención Integral y Centrada en la Persona se enfoca en la prevención de enfermedades y lesiones. Al tomar un enfoque preventivo, los equipos multidisciplinares de atención pueden identificar y abordar los problemas de sociosanitarios antes de que se conviertan en problemas graves.
Por otro lado, la Atención Integral y Centrada en la Persona empodera a los individuos para tomar decisiones informadas y participar activamente en su propia atención sociosanitaria. Al involucrar a las personas en la toma de decisiones, se les permite tomar decisiones que afectan su vida diaria y esto puede ayudarles a sentirse más confiados y seguros en su capacidad para manejar su propia vida. Desde este enfoque, estaría normalizado dejar decidir a una persona con disfagia elegir dieta normal en vez de texturizada o triturada, siempre tras recibir información sobre los riesgos de su elección.
Cuidados personales
Tal y como indicamos, la Atención Integral y Centrada en la Persona (AICP) se enfoca en las necesidades y preferencias individuales de cada persona, y en el contexto de los cuidados personales, esto significa que la AICP implica personalizar los cuidados a las necesidades únicas de cada individuo.
Esto puede incluir adaptar los cuidados a las preferencias de la persona, considerar su estilo de vida y sus metas personales, y fomentar su participación activa en la toma de decisiones sobre su atención.
Por ejemplo, en el cuidado personal de una persona mayor, la AICP podría significar adaptar los horarios de los cuidados a sus preferencias y necesidades individuales (por ejemplo, si habitualmente una persona se ducha por las tardes, esta rutina se debería de mantener.), y fomentar su participación en la planificación de su atención (participación en el desarrollo y ejecución de su PAI), permitiendo que tome decisiones informadas sobre sus opciones de tratamiento y cuidados.
Trato respetuoso
En el contexto del trato respetuoso, la AICP implica respetar la dignidad de la persona, y ofrecer cuidados de manera que minimicen la incomodidad y el dolor. Por ejemplo, si se va a realizar un procedimiento invasivo, la AICP podría significar explicar claramente el procedimiento y permitir que la persona decida si quiere que se realice, ofreciendo opciones para minimizar la incomodidad y asegurando que se respete su privacidad. Este punto coge especialmente importancia en procesos oncológicos de personas mayores a las cuales, por un proteccionismo mal entendido, no se les explica el estado del avance de la enfermedad ni los motivos de los tratamientos específicos.
La AICP también implica respetar y valorar la intimidad y autonomía de la persona, y considerar sus valores, creencias y cultura en la planificación y prestación de la atención. A menudo se trata de personas que pueden estar pasando por momentos difíciles y vulnerables, y necesitan un enfoque sensible y empático. Por ejemplo, siempre que existan Voluntades anticipadas, el equipo ha de respetarlas.
Además, la AICP fomenta una comunicación abierta y honesta entre la persona y el equipo de cuidados, lo que puede mejorar la confianza y la relación entre ellos. Por ejemplo, ante una intervención del profesional de fisioterapia, sería preciso explicar a la persona usuaria cual es el objetivo de la terapia, que potencialidades ve de mejora, asegurarse de que el espacio donde se realiza la actividad es confortable y lo suficientemente íntimo, etc.
Estímulos a la realización personal
La Atención Integral y Centrada en la Persona (AICP) se enfoca en las necesidades y preferencias individuales de cada persona, y en el contexto de los estímulos a la realización personal, esto significa que la AICP implica apoyar y fomentar la capacidad de la persona para alcanzar sus metas personales y potenciar su bienestar emocional y físico.
Esto implica fomentar un enfoque holístico de la atención, considerando el bienestar emocional y físico de la persona en su totalidad adaptando las diferentes actividades de la vida diaria a sus capacidades fomentando así su autonomía.
Una figura clave en la AICP para que la persona usuaria consiga una realización personal es la del trabajo social. Este perfil profesional ya tiene en su metodología integrado el concepto de que la persona es el centro de la atención. La empatía y la escucha activa son sus herramientas de trabajo. Además, la formación en mediación le dota de la capacidad de interceder por la persona usuaria en caso de conflicto con otros profesionales, familia o compañeros/as.
Participación en actividades gratificantes
La AICP puede ser especialmente importante en la selección de actividades gratificantes, ya que las personas pueden tener intereses y pasatiempos únicos y necesitan un enfoque personalizado para involucrarse en actividades que les gusten y les interesen.
En el cuidado de personas mayores, la AICP podría significar apoyar a la persona en su deseo de participar en actividades sociales, culturales, educativas, de entretenimiento y recreativas que les resulten gratificantes, tanto las ofrecidas por la institución en la que reside (actividades planificadas por fisio, terapia, trabajo social, etc.), las desarrolladas por la comunidad de su entorno (actividades de centros cívicos, bibliotecas públicas, cine, teatro, etc.) o simplemente quedar con sus amistades de toda la vida (a comer, a jugar a las cartas, a la tertulia, de tiendas, etc.)
En la planificación y desarrollo de actividades, la persona profesional de la terapia ocupacional, además de considerar las capacidades cognitivas, consultará con la persona que tipo de actividades le gustan y le interesan, y si tiene interés o no en realizarlas.
Esto es, en el desarrollo de nuestra actividad profesional, debemos preguntar a la persona usuaria de nuestro servicio si le gusta tal o cual actividad, en cuales quiere participar, si está a gusto en el entorno en el que se desarrolla, etc. Además, no se debe juzgar u obligar en caso de una negativa de la participación. Por ejemplo, si nunca nos ha gustado pintar o las manualidades, ¿por qué debemos asistir a estas actividades?
Indudablemente, el reto en estos casos es adecuar las actividades ofertadas a un abanico de gustos y circunstancias físico cognitivas, además de respetar la decisión de participar o no en las mismas, informar a las familias sobre el feedback de la persona usuaria, instruir a la misma para que sea esta la que proponga las actividades que le gusten, o facilitar la asistencia a actividades fuera de los Centros que sea de interés de sus protagonistas.
Orientación y acompañamiento a familiares
El enfoque de la AICP implica involucrar a la familia en el proceso de atención y cuidado de la persona, y ayudarles a comprender mejor las necesidades y preferencias únicas de la persona. Esto puede incluir la comunicación efectiva y regular entre el equipo de cuidado y la familia, la realización de reuniones para discutir los planes de atención y el progreso de la persona, y la participación de la familia en la toma de decisiones sobre la atención y el cuidado de la persona.
Esto debe incluir proporcionar información y recursos para ayudar a la familia a manejar los desafíos emocionales y prácticos relacionados con el cuidado de la persona, así como ofrecer apoyo emocional y asesoramiento para ayudar a la familia a lidiar con el estrés y la ansiedad relacionados con el cuidado de un ser querido.
No nos olvidemos de que la persona que precisa de una atención en una institución viene acompañada de su entorno próximo (hijos/as, nietos/as, sobrinos/as, amigos/as, vecinos/as, etc.). En muchas ocasiones las relaciones familiares son complejas y es fácil comprender que el ingreso en una instrucción de un miembro de esta (que habitualmente va acompañado de enfermedad y dependencia) va a ocasionar una distorsión.
Este punto de inflexión suele suponer un cambio de roles entre los miembros de la familia, suelen aparecer sentimientos de culpa y suele ser el campo de batalla para problemas familiares previos o diferentes puntos de vista en la línea de cuidados que la persona que ingresa en una residencia requiere. Además, también están los problemas económicos. En definitiva, el ingreso en una institución es, en muchas ocasiones, un catalizador de problemas familiares previos y ajenos al Centro. Por esto es tan importante trabajar desde el prisma de la AICP.
¿A qué colectivo de atención se dirige?
La Atención Integral y Centrada en la Persona (AICP) se dirige a cualquier colectivo que necesite cuidados y atención, incluyendo personas mayores, personas con discapacidades físicas o mentales, personas con enfermedades crónicas, personas en cuidados paliativos, personas en procesos de rehabilitación, entre otros.
La AICP se enfoca en las necesidades y preferencias individuales de cada persona, independientemente de su edad, género, origen étnico, religión, orientación sexual, entre otras características. Es importante destacar que la AICP se basa en una perspectiva inclusiva y no discriminatoria, y se esfuerza por proporcionar cuidados y atención de manera equitativa a todas las personas que lo necesiten.
En este sentido, la AICP no se enfoca en un colectivo en particular, sino que se adapta a las necesidades y preferencias únicas de cada persona, fomentando la personalización de los cuidados y la atención, y estableciendo una relación de colaboración y respeto mutuo entre la persona que recibe los cuidados, su familia y el equipo de cuidado.
¿Qué papel tiene el equipo profesional en la AICP?
Para implementar la Atención Integral y Centrada en la Persona en centros sociosanitarios, es necesario un enfoque multidisciplinario que involucre a profesionales de la salud, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas y otros especialistas. Se trata de trabajar en equipo para conocer las necesidades y deseos de cada persona, y diseñar un plan de atención individualizado que tenga en cuenta sus preferencias, su historia de vida, sus intereses y sus relaciones sociales.
Este equipo tiene la responsabilidad de trabajar en colaboración con la persona que recibe los cuidados y su familia, estableciendo una relación empática, para proporcionar cuidados y atención personalizados y centrados en las necesidades y preferencias de la persona.
Esta metodología, también mejora la calidad de trabajo y la satisfacción laboral, ya que permite desarrollarse laboralmente en un ambiente más humano. En la práctica, esto supone que debemos de acompañar y apoyar a Mariano, Carmen o Nieves y no al Sr. de la habitación 115, la Sra. de la Cadera rota o la Sra. que grita.
Apuestas y compromiso del AICP
Profesionales con un rol diferente
En la Atención Centrada en la Persona (AICP), los profesionales sociosanitarios tienen un rol diferente al que tradicionalmente han tenido en el modelo de atención centrado en las patologías. En la AICP, los profesionales actúan como facilitadores del proceso de cuidado, en lugar de ser los únicos responsables del mismo.
En este modelo, los/las profesionales deben trabajar en colaboración con la persona que recibe los cuidados y su familia para identificar las necesidades, preferencias y metas de la persona, y diseñar un plan de cuidado personalizado que respete la autonomía y la independencia de la persona.
Además, deben tener habilidades de comunicación efectiva, empatía y escucha activa, para poder comprender y responder a las necesidades de la persona y su familia, teniendo en cuenta todos los aspectos de la persona, incluyendo sus necesidades físicas, emocionales, sociales, culturales y espirituales, velando por el respeto de sus derechos.
Un paso más allá en la implantación de un sistema de trabajo basado en la AICP sería el evitar una indumentaria homogénea en los profesionales. Sustituir el habitual “pijama” o bata blanca por uniformes que se asemejen más a prendas de vestir ordinarias nos permitiría acércanos a la persona usuaria de manera horizontal, de tu a tu, y no de manera vertical como planificadores de su asistencia y cuidados.
Ambiente físico agradable, accesible y significativo
La Atención Integral y Centrada en la Persona (AICP) reconoce la importancia del ambiente físico en el que se proporcionan los cuidados y la atención. El ambiente físico debe ser agradable, accesible y significativo para la persona, para que pueda sentirse cómoda y segura en su entorno y para que su bienestar sea óptimo.
Esto implica tener en cuenta aspectos como la iluminación, la ventilación, la temperatura, el mobiliario y la decoración, para crear un ambiente cálido y acogedor que ayude a la persona a sentirse más cómoda y relajada.
Además, los espacios han de permitir que la persona tenga fácil acceso a todos los espacios y recursos que necesita, como baños, salas de estar, áreas de actividad, etc. El ambiente debe estar diseñado para facilitar la movilidad de la persona, especialmente si tiene algún tipo de discapacidad, y para permitir que la persona pueda moverse con seguridad y comodidad.
Indicar que, un ambiente físico significativo es aquel que tiene un significado personal para la persona y que refleja sus preferencias, gustos y necesidades. Esto puede implicar la incorporación de objetos personales, fotografías, recuerdos, etc., para crear un ambiente que se sienta más familiar y reconfortante para la persona.
En este supuesto, el reto radica en encontrar la manera de “dulcificar” y personalizar el entorno respetando las exigencias técnicas que las Administraciones imponen a los Centros (han de cumplir una serie de requisitos que en ocasiones se contraponen con el deseo individual y que pueden con llevar sanciones por parte de inspecciones).
Además, cuando nos encontramos ante en el cuidado de personas con demencia aparece la hiperfagia, a la que ninguna planta (de plástico o natural) puede resistirse. También es usual ver en los Centros como una persona con alteración conductual puede llegar a romper marcos de fotos (cristal) o utilizar objetos punzantes (como agujas de tejer) para intentos autolíticos. Hay que buscar alternativas prácticas.
Actividades terapéuticas con sentido
Las actividades terapéuticas con sentido son aquellas que tienen un propósito o significado personal para la persona, y que se adaptan a sus habilidades, intereses y preferencias. Por ejemplo, si la persona disfruta de la música, las actividades terapéuticas con sentido podrían incluir cantar, tocar un instrumento, escuchar música o bailar. Si la persona disfruta de la jardinería, las actividades terapéuticas con sentido podrían incluir plantar flores, cuidar de las plantas o diseñar un jardín.
Las actividades terapéuticas con sentido también pueden incluir actividades sociales, como reunirse con amigos o familiares, o actividades que fomenten la independencia y la autoestima, como aprender nuevas habilidades o realizar tareas diarias con apoyo. A veces puede ser tan fácil como disponer de un comedor para invitados (y que la familia y amigos puedan acudir sintiéndose la persona usuaria como anfitriona), disponer de una zona infantil para que puedan los nietos/as, no aislarles del uso de las nuevas tecnologías y familiarizarles con su uso, etc.
Por muchos años, se ha ofrecido en los centros actividades que, aunque su objetivo era estimular cognitivamente (dibujos, cuentas, juegos, etc.), no han logrado una aceptación mayoritaria, produciéndose una desmotivación de la persona receptora de esa intervención (para aquellas personas a las que les guste y disfruten de estas actividades, seguirán siendo una herramienta válida). Estas actividades han sido incluso demandadas por las familias con la idealización de “cuanto más mejor” lo que al final provocaba hastío y desistimiento.
Desde la AICP una actividad podría ser ir al mercado a comprar, colaborar con las actividades diarias del centro, encargarse del huerto, ser responsable de comunicaciones al resto de residentes, ayudar a un compañero/a en la lectura, etc. Al fin y al cabo, cosas normales que solemos hacer en el día a día y que, en sí, ya favorecen la estimulación cognitiva y tienen sentido.
Es importante destacar que las actividades terapéuticas con sentido no solo tienen beneficios para la persona que recibe los cuidados, sino que también pueden tener un impacto positivo en los cuidadores y en el equipo de atención y cuidado. Estas actividades pueden ayudar a reducir el estrés, mejorar la comunicación y fomentar la colaboración y el trabajo en equipo.
Participación de la persona, familia o allegados en su plan de atención y vida
Tal y como se ha explicado, en la Atención Integral y Centrada en la Persona (AICP), la participación de la persona, familia y allegados es esencial en la elaboración, implementación y seguimiento del plan de atención y vida de la persona. La AICP se centra en la persona como individuo único y en sus necesidades, deseos y preferencias, por lo que la participación activa de la persona y de las personas importantes en su vida es fundamental para el éxito del proceso de atención.
Actualmente, está implantado en los Centros (de obligado cumplimiento, por ejemplo, en Centros acreditados) el desarrollo de los PAI (Plan de Atención Individualizada) que es la herramienta donde el equipo multidisciplinar reflexiona y deja registrado el plan de intervención con una determinada persona usuaria (atención a las necedades), así como su seguimiento y evolución. Dicho plan ha de ser realizado en conjunto con la persona Usuaria y/o su familia.
La AICP da una vuelta de tuerca a este instrumento de intervención. Su denominación pasa a ser Plan de Atención y Vida (PAYV) y además de la atención a las necesidades busca establecer los apoyos para la persona pueda continuar y desarrollar su proyecto vital. En este caso, se convierte en un instrumento de diálogo entre la persona usuaria del servicio, familia y profesionales.
Organización flexible y participativa
La organización debe ser flexible para adaptarse a las necesidades y deseos individuales de la persona y para poder responder a situaciones cambiantes. Esto implica una estructura organizativa que permita la colaboración y la toma de decisiones compartida entre los profesionales de diferentes disciplinas y niveles de responsabilidad, así como con la persona y su familia.
Además, la organización debe ser participativa, y al igual que en el plan de cuidados, debe involucrar a la persona y a su familia en la toma de decisiones.
En ocasiones, la rigidez de las dinámicas de trabajo establecidas en un Centro Residencial impide la apertura de la metodología de trabajo de la AICP. Pero pequeños cambios organizativos en las mismas (sin precisar un incremento de personal) podría significar, por ejemplo, horario de desayuno o ducha más flexible, elección de menús, elección de emplazamientos en el comedor o unidades de convivencia, etc.
Formación en AICP
La formación en ACP es esencial para garantizar una atención centrada en la persona de calidad, adaptada a las necesidades y deseos individuales de la persona, y debe ser continua y actualizada para responder a los cambios en las necesidades y deseos de la persona y a los avances en la atención y cuidado.
Los profesionales que trabajan en la atención a personas deben recibir una formación en AICP que les permita comprender los principios fundamentales de esta filosofía de atención y aplicarlos en su trabajo diario.
La formación en AICP debe incluir aspectos teóricos y prácticos, y debe abarcar temas como la comunicación efectiva, la escucha activa, la empatía, la toma de decisiones compartida, la planificación centrada en la persona, entre otros. Entre los cursos impartidos en MECOHISA destacamos el curso de «Atención Centrada en la Persona en el cuidado de Personas Dependientes en Instituciones Sociales».
La formación en AICP no solo debe estar dirigida a los profesionales, sino también a las familias y los allegados, para que puedan comprender la filosofía de atención y participar activamente en la atención y cuidado de la persona.
En resumen, la Atención Integral y Centrada en la Persona en centros sociosanitarios es una forma de atención más efectiva y satisfactoria tanto para las personas mayores y dependientes como para los profesionales que las atienden. Este enfoque implica un cambio cultural, legislativo y multidisciplinario que requiere tiempo, esfuerzo y dedicación, pero que sin duda merece la pena en términos de calidad de vida y bienestar para todos los involucrados.